viernes, 27 de noviembre de 2009

Sintiendo recuerdos

Te levantas un día y el sol brilla más. Te sientes feliz, contenta, pero sobre todo te sientes viva. Sales a la calle e intentas retal al sol, le muestras tu sonrisa, quieres competir con él, sabes que puedes, te encuentras fuerte, pero parece que al sol no le ha hecho mucha gracia tu broma. Ves como lentamente se va enfadando, poquito a poco se esconde pero tú te encuentras ajena a todo ello.

Quizás necesitas que venga alguien para darte cuenta de ello. Sin embargo nunca estarás preparada para que te digan que un ogro se ha instalado en tu cuento de hadas. Sigues siendo una cría asustadiza que se enfada cuando alguien le coge sus muñecas, una enana miedosa que teme que vengan y le hagan daño, una pequeña elfita que se esconde detrás de una seta pensando que todo es mágico y que nada va a salir mal. Sigues viviendo en tu sueño abrazada a un peluche que crees que despertará si algún día le necesitas pero no, la que no despierta eres tú.

Parece que te hayas tomado una sobredosis de somníferos. Irónico, sí, la sobredosis puede llegar a matar y tú sin necesidad de tomar ninguno de ellos, sin pasarte con la dosis, ya estás muerta. O tal vez si te has pasado, o a lo mejor te han envenenado con tanto amor. Seguro que hay mucha gente a la que no le importaría verte mal o incluso preferirían no verte. No me molesta, yo tampoco los quiero ver.

Ellos son mis ogros, los que tiñen de gris mi cuento, mi mundo de fantasía. Me quieren cortar las alas y no me dejan volar, ése es mi castigo, ver mi ensueño invadido, destrozado. Y tú que antes te sentías tan fuerte, capaz de soportarlo todo, ahora sumisa, agachas la cabeza.
Una vocecita en tu interior te incita a rebelarte, a luchar, pero ya es solamente un hilo que con un simple roce puedes romper. Si fuera tan fácil callar a muchas voces...

Me perdería un día, por fin, esperando a que el mundo en silencio hiciera lo mismo, pero no, él es más orgulloso que yo. Y me enfado porque no se calla, porque no me hace caso, porque siempre escucha a otras voces y la mía es sólo una mota de polvo que molesta a su ojo.

¿Por qué no me dejara ser feliz?

Parece que una nube se ha colocado sobre mí. Subo a veces a visitarla, a conversar con ella y lo único que me dice es que tiene ganas de tormenta. Busco en mi armario pero no tengo chubasquero, me gustaría ir y comprarme unas botas de agua pero las primeras gotas de agua me dicen que ya es imposible, que ya es tarde, que no me queda tiempo.
Me encantaría saltar en los charcos, salir a la calle y mojarme, pero ya no tengo cómo hacerlo, si lo hubiera sabido antes, ahora estaría afuera disfrutando, sin preocuparme de mi cuento, sin importarme si otros cuentos han roto el mío y no, estoy aquí encerrada en una cárcel sin barrotes, sin saber cuál es mi condena, sin vigilante que me recuerde que, sin más remedio, la estoy viviendo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

aletearon