jueves, 20 de mayo de 2010

Felicidad

Y llega un día que entiendes que todo tiene explicación. Que las cosas siempre pasan por algo. Y te das cuenta de que tu musa ya no es la tristeza y descubres que has aprendido a escribir a la felicidad.

Con la desilusión mezclada en su saliva, y las manos oliéndole a perfume, notó que se le calentaba el alma.
Y empezó a sonar. Esa canción. Otra vez esa maldita canción. Esos acordes en el pecho, esas notas de mariposas revoloteando por su estómago otra vez. Y aún así, a pesar de todo, no podía odiarla.
Sí, le da miedo sentir algo equivocado. Y sí, tiene pavor a enamorarse de nuevo. Y no se había dado cuenta que momentos antes, algo había retumbado en sus oídos, un estruendo metálico había chocado contra el frío suelo. Una coraza. Indefensa. Así está ella. Pero no se cubre. Ya no más.

Y ahora le tiemblan las piernas. Y ya apenas hay fantasmas. Y ahora es feliz. FELICIDAD, con mayúsculas, eso siente. A tu lado. Y no deja de tararear tu nombre. Y cada día que pasa te siente más imprescindible, más necesario. Y sí, sin permiso le estás robando el alma. Y sí, cada noche haces tambalear más su mundo. Y sí, le encantan esos suspiros de tiempo.
Pero por favor, no dejes de hacerlo.
Y quizás sólo tenía que aprender que las mejores cosas suceden cuando menos las esperas...


"Y éste, éste es su momento, y no quiere que nadie se lo quite"

jueves, 13 de mayo de 2010

Sin miedo a la locura


Unos apuntes de carrera entre él y tú. Una tregua de amor entre su sueño y tu salvación. Un sueño que él ya no soñaba y un libro en blanco en el que empezar a escribir. Y entonces era cuando mi mundo entraba en un suspiro.

Quizás era la vida que no viví, era la sangre de un sueño asesinado, los recuerdos que me maquillaban. Las imágenes de un pasado que me abandonó y la melancolía de un presente sin mañana.

Sabía que eras el único que podía. Eres el único capaz de crear una primavera en mi estómago. Eres el único capaz de tambalear mi mundo. ¿Por qué eres el único? Porque lo sentí en tu mirada hace tiempo. Y tú, por lo visto, también lo sabías.

Pero en la más intensa de las tormentas me atrapaste en tu burbuja, casi sin avisar y sin piedad. Me secuestraste en el silencio de tu cuarto por la noche. Luz. Y volví a soñar. Pasajera en trance entre el miedo y la ilusión. No te mentí, tengo miedo. No quiero noches de vida que deriven en noches de soledad y llanto. No quiero que esa luz hoy sean relámpagos de tormenta mañana. Quiero, quiero que sean arco iris al estar entre tus brazos.

Pero quiero cerrar los ojos y volverlo a intentar, aunque sea una cría asustadiza.
Y quiero ser esa niña boba a la que se le iluminan los ojos cuando la acaricias. Y quiero miles de pajaritas. Y quiero la emoción de tener que escondernos y que nadie sepa nada, aunque se nos vea en la mirada. Y quiero que digamos "¡venga, paramos ya!" y no nos separemos. Y quiero que esto siga siendo un vicio. Y quiero que abraces mis días de tristeza. Y quiero oír el latido de tu corazón cuando duermo contigo. Y quiero que sigamos siendo unos tramposos. Y no quiero que me falles, ni quiero fallarte.

Y ahora, sin miedo a la locura, sin miedo a sonreír, descubro que la felicidad es el instante. Y aquí estoy, persiguiendo instantes que mueren a tu lado...

sábado, 1 de mayo de 2010

Incipiente ilusión

Y quizás sólo hay que entender que el destino llega cuando no se le llama. O que las casualidades existen. No lo sé, pero así llegaste tú a dar sentido a mi vida. De imprevisto, de forma inesperada.

Salamanca. Un martes. Determinación. Tarde de estudio. Descanso. Última hora de la tarde. Decisión. Ir de compras. Vestido y anillo. Cansancio para venir andando. Autobús de la línea 9. Un enano juguetón. Y tú. Me miras. Me doy cuenta. Sonrisas. Vuelves la cara. Te miro. Te das cuenta. Sonrisas. Parada. Misma parada. Nos volvemos. Cruce de miradas. Risas.

Un par de miradas. Nos bastaron un par de miradas...

¿Y tú? ¿Crees en el destino? ¿O en las casualidades?