¿De qué sirve la vida cuando la soledad te concede el silencio de días vacíos?
Algo. Me falta algo. Llevo tiempo preguntándome el qué. Y sólo siento eso, confusión. Necesito algo que me llene, que me de la vida. Mejor, quiero encontrar el sentido a mi vida. Me cansé de ser un juguete del destino. Y me doy cuenta que después de casi dos años sacándole partido a los cinco sentidos no logro descubrir qué es. Que después de haber lidiado con mil estrategias no sé dónde buscar.
Y sin querer he acertado de lleno. Ellos.
¿Dónde quedó aquella plenitud cada vez que alguien se deshacía en agradecimientos? ¿Dónde se metió aquel aroma a prácticas de hospital? ¿Dónde se escondió el gusto por esa ilusión ferviente y entusiasta de la fisioterapia? ¿Dónde desenpolvar la felicidad al proporcionar bienestar y mejoría a los demás? Plenitud, eso es lo que busco. Sentirme realizada.
Y sé dónde está. Y sé dónde ir. Y sé qué hacer.
Está en ellos. Está en mí. Está en estas ganas. Y entonces, sólo entonces cuando me pongo ese uniforme blanco y me dispongo a trabajar es cuando soy capaz de hacer desaparecer todos los problemas y ser realmente feliz.
Lo echo de menos. Y mucho.
Tengo síndrome de abstinencia. Sí, tengo síndrome de abstinencia de ellos...