miércoles, 16 de junio de 2010

Un susurro de ilusionismo

La encontré un día por casualidad. Ruinoso caserón viejo abandonado. La curiosidad me devoró. Entré. Crujido de maderas. Habitación llena de trastos. Inquieta, no paraba de remover entre los cachivaches. Y no sabía porque lo hacía. Mi cuerpo se había convertido en una marioneta. ¿Quién o qué movía los hilos? No lo sé. Pero era una fuerza indescifrable y enigmática la que me guiaba. Y yo me dejé llevar, una vez más. Revolvía. Hasta que lo encontré. Soplé y una cortina de humo salió huyéndome. Era un gramófono. Y desde el primer momento que lo vi, me eclipsé. Y la vibración insonora de sus ondas me invitaba a llevármelo. Lo hicé.

Lo llevaba siempre conmigo. A todas partes. A todo acontecimiento. Era una parte más de mí. El gramófono y yo. Yo y el gramófono. No importaban los paseos con la lengua fuera. No dolían las vueltas a casa asfixiada porque se me había olvidado la púa. Y ¡ay de mí cuando me dejé caer el plato giratorio y creí que se había roto! Éramos inseparables.



Aquella noche, como tantas otras de esas visitas furtivas a tu piel, también estaba. Y sonaba como ruido de fondo. Se cerró la luz. Y juntos caímos envueltos en los brazos de Morfeo.
Bombardeo de colores. Un brazo de ése deslumbrante arco iris matinal me acarició el pecho. Tú dormías. Y mientras, yo te intentaba memorizar los lunares y saber dónde comenzaba tu barba.

Pienso en nosotros. Cavilo en un nosotros en sepia. Parece que estamos a principios del siglo XX. Será la magia del gramófono. Ese halo de nigromancia. O esa aroma a fascinante incienso.
Y no me resisto a darte un beso. Suave, pero cálido. Y despiertas. Me regalas ese brillo que me trastorna.
Es un enigma el cómo suspiras a través de mi pelo enmarañado. Es un misterio verme embobada en tu pupila. Y se me pierde el sentido común, como tantas veces cuando estoy a tu lado.

¿Y quién sabe? Quizás el sonido de los acordes clásicos revoloteando sobre mis pulmones me hicieron comprender muchas cosas.

Y es que si mi mirada baila con la tuya, el momento es lo de menos.

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