lunes, 14 de junio de 2010

"Aviso, no apto para todos los públicos"

Como el arranque de una película. Sin cortes publicitarios. Sin subtítulos por favor. Versión original, aunque no entienda. Pero voy a intentar captar la esencia. Perdonen si no logro encontrar las palabras adecuadas, pero es que quizás este relato se sale de mi órbita.

Hoy te voy a contar una historia. El fin del principio de esta historia comienza en él. Y el principio del fin no quiero saberlo. Voy a alargarlo como si de un chicle se tratara.

Y quizás se enamoraron con algún licor. Quizás con alguna versión cinematográfica. O quizás entre esas conversaciones candentes a media noche. ¿Quién sabe? O a lo mejor ya estaban enamorados antes de conocerse.

Y a veces son una comedia romántica. Una venganza. Una invitación a mi alcoba. Una palestina. Sí, tienes que taparte los ojos. No toques. Sabor dulzón y pegajoso. Ganas de juego. Risas. Agua. Inundación.

Pero otras fueron una tragedia. Una tragedia con final feliz. No es una antítesis. Es que a mí me gustan los finales felices. Como a todos, supongo. Escape y huida obligada. Y sorpresiva vuelta esperanzada.

O una película de terror. Una noche. Dormir contigo. Tú no llegas. No aguanto más. Te espero en tu cuarto. Suena la bajada del pomo. Tú. Una visión. Un grito. No grites, soy yo. Y encima te tomas la revancha.

Y todo se convierte en cine histórico cuando me absorbes con esas historias. Aspiras mi atención. Y en esos momentos me encanta saber que de noche la que mueve tu alma soy yo y que nadie más lo sepa. Y me eclipso en ese secreto.

En ocasiones consigues que yo sea tragicomedia. Y entonces me da igual convertirme en arquetipo. Me encanta que me incites a buscar ideales. ¿Lo mejor? Que ya no quiero esa lista de ideales clásicos, que si amor, fraternidad, amistad. Me apetece ser felicidad.

También consigues ser como una escena de cine mudo. Porque a veces, sólo a veces, sobran las palabras. Porque me lo dices todo cuando me miras con ese brillo pupilar. Aunque ya sepas que a mí me encandila la melodía alocada de "tus te quieros" retumbando en mis oídos.

Pero el género cinematográfico que sirve de telón es el fantástico. Telepatía. Aura de complicidad. Brotes de paranormalidad. Y juro que no soy yo. ¿No hueles como a magia?

Y todo esto para mí no son solo palabras. O quizás sí lo sean. Pero son palabras que han creado un mensaje.
¿Necesitas que te lo resuma? Dos palabras. Me bastan dos palabras. Te quiero



¿Seguimos grabando?


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